«Arillo de hombre muerto«, dirigida por Alejandro Gerber, es una película que aborda la dura realidad de las desapariciones forzadas en México, un tema central en el contexto de violencia que se vive en diversas regiones del país.
La película presenta una historia en base a las situaciones reales, reflejando no solo el sufrimiento de las familias, sino también la indiferencia social y la falta de justicia. Gerber, quien es conocido por su enfoque en temas sociales y políticos, utiliza esta narrativa para más allá de dar visibilidad a una problemática que afecta a miles de familias en México y a menudo es ignorada o minimizada por las autoridades, ver qué sucede en la cotidianidad de las familias que sufren estas pérdidas.

Imágenes sin color
La película utiliza el blanco y negro, y en propias palabras de Gerber, menciona que este fue utilizado con la finalidad de poder hacer una separación entre el espectador y la trama de la película.
Pues en muchas ocasiones, el espectador se siente incómodo de sentir su situación presentada en el cine, llegando a tener un cansancio visual. Logrando así crear un contenedor estético donde el blanco y negro nos inhibe de la mímesis visual y nos envuelve en un espacio donde solo tenemos que dejarnos llevar para sentir. Como lo hace el teatro. Teniendo así una imagen más icónica y menos vinculatoria con el espectador.
Así mismo, en un análisis más propio de la realización, esta decisión funciona como una herramienta narrativa para reflejar la dureza de la realidad y la frialdad de la sociedad. El contraste en la imagen no solo se utiliza para crear una atmósfera sombría, sino también para subrayar la distancia emocional que sienten los personajes hacia su entorno.
Este recurso visual ayuda a capturar el vacío y la desolación que experimentan las familias al enfrentar la desaparición de sus seres queridos, un simbolismo de cómo el sistema las margina. Además, el blanco y negro se convierte en una metáfora del conflicto moral y social que subyace en la historia, mostrando un mundo dividido entre lo bueno y lo malo, entre lo visible y lo invisible.
Con este análisis del color, se presenta uno de los varios temas que hallan en esta película. Se visualiza lo hueca e insensible que es la sociedad al inicio.
Locación sin respuestas
Cómo los hombres se ponen un antifaz para esconder dentro de su intento de ayuda a la causa, su necesidad por querer tomar el lugar que el esposo de Dalia ha dejado. Aprovechándose de los momentos vulnerables y el trauma por el que nuestro personaje principal navega no solo en su trabajo, sino también en los puntos de “apoyo” que parecían también serlo para su esposo.
Llegando así a uno de los elementos más distintivos de la película, el uso del metro de la Ciudad de México como locación. Este espacio, que podría parecer común, se convierte en un escenario clave para resaltar el aislamiento de los personajes y su lucha por encontrar respuestas.
El metro, con su constante flujo de personas, simboliza la indiferencia colectiva y la desconexión social que existe frente a las tragedias personales. A través de estas escenas en espacios cerrados, Gerber refuerza la sensación de claustrofobia emocional, mostrando a los personajes atrapados no solo en un sistema que los ignora, sino también en su propio dolor y desesperación. Donde los puntos de apoyo se vuelven invisibles y Dalia se ve encerrada en su dolor a causa de la ausencia de su esposo. Siendo así un espacio donde no descansa por el aturdimiento del mismo lugar.

La dura realidad de las desapariciones
Mientras nuestro personaje principal busca respuestas, se le ve intentando encontrarlas de cualquier forma, llegando así a las garras de la industria.
Donde se le plantea una posible ayuda, pero al final vuelve a caer en espacios que buscan explotar el sufrimiento para generar una empatía artificial. Como lo realiza en muchas ocasiones la publicidad. Pues esto, no siempre ayuda a las personas que buscan visualización ante sus problemáticas, sino que las toman como método de ingreso, donde solo se consideran sus casos y posteriormente se desinteresan por el tema por estar en busca de algo que impacte aún más.
Alcanzando así una insensibilidad en la población mexicana que genera justamente la “repulsión” hacia estos temas.
Gerber, sin embargo, se esfuerza por mantener la autenticidad del relato, alejándose de los sensacionalismos que suelen acompañar los temas dolorosos, y brindando un enfoque más honesto y directo sobre la tragedia de las víctimas que pretende la sociedad que sean heroicas ante su situación.

Nadie Te Oye
En mi opinión, en México a lo largo del cine se presenta mucho el NADIE TE OYE, haciendo un poco de referencia a Perfume de violetas (2001), de Maryse Sistach, pues pareciera que ni siquiera nosotros, viviendo las situaciones que se presentan en el México cotidiano, volteamos a ver a aquellos que igualmente las pasan.
Reflejando la desconexión entre los problemas sociales y la apatía generalizada. «Arillo de hombre muerto» se suma a esta corriente, haciendo eco de la invisibilidad que sufren las víctimas de desapariciones forzadas y la indiferencia social ante sus tragedias.
Al final de las cosas que más me gustaron dentro de esta película, es cómo Adriana Paz nos hace un llamado a la acción con su mirada tan poderosa. Haciendo que más allá de ser solo una película que retrata esta situación, nos envuelva en ella como la misma vida y sea voz para aquellos que han sido silenciados y llamado a la acción para todos los cegados.
Arillo de Hombre Muerto, la dura realidad de las desapariciones